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La historia dice que este barrio fue producto de un proceso marginal ocurrido en 1950 que logró llegar a meta segura en 1989 cuando fue legalizado.

Años más tarde de su nacimiento, el barrio adoptó el nombre de Juan XXIII (pontífice que ejerció su papado entre el año 1958 y 1953) como producto de la intervención del padre peruano, Domingo Effio, quien encontró en esta figura el nombre ideal.

Las calles del barrio se abrieron paso entre las poderosas fincas de las más ricas familias de Bogotá durante la historia del desarrollo de la ciudad (desde tiempos de la colonia y mediados del siglo XX). Territorios verdes que iban cuesta arriba desde la antigua Carrera Séptima hasta las cumbres de los Cerros Orientales. 

Ahí, en aquellos sectores que antaño eran el objetivo de la visita de miles de familias bogotanas que buscaban pasar un rato alejado de la ciudad, cientos de migrantes provenientes de Boyacá y Cundinamarca fueron organizados por los partidos políticos en los años 50 logrando concretar la posesión de esos espacios. 

El esfuerzo de todos los miembros de las familias, quienes autoconstruyeron sus casas, quedó plasmado en las fotografías que tomaron varios residentes. Uno de ellos es Luis Antonio López Ramírez quien, con su cámara, logró captar grandes momentos de la construcción del barrio (fotografías que el visitante puede observar a través del recorrido).

Este enclave (estrato 2) sobre las tierras de los Cerros Orientales logró sobreponerse al avance de los grandes edificios y de las urbanizaciones de barrios estratos 5 y 6 que lo rodean.  

Se ubica entre las calles 64 y 66 y las carreras 1 (primera) y 2 (segunda), separado por una calle del barrio Rosales y más abajo otros sectores de Chapinero. Está enmarcado por las quebradas La Vieja al norte y Las Delicias al sur; cursos de agua que los vecinos del barrio Juan XXIII han sabido proteger y que hoy hacen parte de sus programas y proyectos.

Hace unos años, nació la idea de hacer atractivo el sector para atraer visitantes, turistas nacionales y extranjeros, y para ello se dieron a la labor de enriquecer las fachadas de las casas con grandes murales que matizaban las frías y estrechas calles del sector.

 Y entonces llegó la pintura y la mano creativa de Esteban Loaiza, un joven vecino del sector, quien a partir de trabajo recuperó y embelleció la zona con el apoyo de la comunidad.

Sofía López, una de las niñas y niños nacidos en este barrio de montaña, hace parte de los contadores de historias, aquellos que a través de la palabra cuentan la historia tal cual fue escrita por los antiguos pioneros. 

Orgullosa de su gente, acompaña a los visitantes en recorridos guiados a este enclave de arte y de historia, ubicado a escasas cuadras del poderoso Centro Financiero de la Calle 72. Justamente, en la esquina de la calle 72 con Carrera Séptima, Sofía inicia el recorrido para llevar a los visitantes a través del tiempo hasta la Bogotá de antaño, cuando las fincas eran el destino de cientos de familias llegadas del centro de Bogotá.

Si quieres emprender este viaje hacia el corazón histórico de Bogotá y conocer parte de la vida de los primeros bogotanos, te invitamos a venir al barrio Juan XXIII, a hablar con Sofía quien desde 2017 guía y acompaña a los turistas en este recorrido que nos ayuda a conocer más la verdadera fuente de la “bogotanidad”.

El recorrido por el barrio Juan XXIII toma alrededor de dos horas; durante este tiempo descubrirás más que un sector de la ciudad, la historia viva de nuestra memoria como ciudadanos de la capital de Colombia.

 

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